sábado, 29 de noviembre de 2014

Römer

Frankfurt Am Main (o Fráncfort del Meno como suele ser conocida por ... nadie) es una ciudad muy importante en el ámbito financiero de Alemania y de Europa que combina tradición con modernidad. Si bien es cierto que la oferta turística comparada con otras ciudades alemanas es mucho menor, hemos decidido hacerle un poco de justicia contando diez cosas que se pueden hacer en un fin de semana en Frankfurt (o en un día sin tregua).

1.- Römer - Dom - Hauptwache


Römerbergplatz

Probablemente la imagen más icónica de Frankfurt sea la del edificio medieval conocido como Römer y que sirve como ayuntamiento de la ciudad. Muchos de los edificios que conforman la plaza tienen un aspecto medieval que contrasta con la imagen de los rascacielos que sobresalen detrás del edificio principal del ayuntamiento.


Dom

A pocos pasos de la Römerbergplatz se encuentra el Dom (la catedral) de Frankfurt con una torre de estilo gótico que a pesar de haber sufrido numerosas reformas tras las guerras, mantiene algo de ese estilo original.

Desde ahí, se puede ir también a la Hauptwache, una de las plazas más famosas de la ciudad que sirve de antesala a la calle Zeil, la arteria comercial más de moda en Frankfurt.

2.- Subir al observatorio de la Maintower


Vista del centro histórico desde el observatorio

La Maintower (Torre del Meno, no confundir con torre principal) es uno de los rascacielos más altos de la ciudad, en concreto, el cuarto y cuenta con 200 metros de altura y una torre de transmisión de 40 metros. Uno de sus principales atractivos es el mirador con el que cuenta en la planta 56 (la parte más alta del edificio, a los pies de la antena), siendo además el único rascacielos de la zona con mirador abierto al público, desde arriba se tienen unas buenas vistas de la ciudad, del río y del bosque que la circunda.

3.- Apfelwein, Äpplewoi, Ebbelwoi 


Vasos de Apfelwein
Vasos de Apfelwein

Es verdad que al decir bebida alemana todo el mundo piensa inmediatamente en la cerveza, y no sin razón; pero resulta que en el estado de Hesse, y en especial en Frankfurt se produce un tipo de sidra conocido como Apfelwein (o Ebbelwoi, Äpplewoi en dialecto local) y es uno de los productos más característicos de la ciudad.

Hasta tal punto forma parte el Apfelwein de la ciudad que existe un tranvía turístico llamado el Ebbelwei Express, que está acondicionado para servir sidra mientras recorre la ciudad al ritmo de canciones de verbena alemana. En particular no somos fanáticos de los autobuses turísticos, pero este definitivamente es algo distinto.


Ebbelwei Express

El Apfelwein se puede encontrar en todas partes: desde puestecillos en la calle hasta bares y tabernas, y suelen servirlo en vasos con un viselado típico que incluso ha inspirado a uno de los edificios de la ciudad. Ir a Frankfurt y no probar el Apfelwein es como ir a Asturias y no probar la sidra o a Irlanda y no tomar una Guiness, eso sí, hay que tener mucho cuidado porque es una bebida muy traicionera: baja muy fácil, no te das cuenta y hasta ahí puedo leer...

4.- Comer en alguna taberna de Sachsenhausen


Händkäse mit Musik
Händkäse mit Musik

Sachsenhausen es un barrio que no hay que dejar de visitar, sobretodo a la hora de comer y para tomar algo por la noche. Las tabernas de Sachsenhausen son bastante tradicionales, con grandes mesas de madera donde compartes asiento con desconocidos (la gran mayoría locales) que se disponen a disfrutar distintos platos de la gastronomía típica: salchichas, codillo y cocidos bañados con un buen Apfelwein casero.

Grüne Soße
Grüne Soße

Además se puede degustar el típico Händkäse mit Musik como aperitivo y algún plato con la tradicional Grüne Soße, acompañar con un Brezel o panecillo recién horneado de los que los panaderos del barrio entran vendiendo en una cesta, y finalmente bajar la comida con un digestivo Calvados mit Mispelchen, pero siguiendo el sabio consejo del hombre que se sentó a nuestro lado: langsam, langsam (despacio, despacio).

Dos buenas tabernas que recomendamos en la zona son la Apfelwein Wagner o la Zum Gemalten Haus en Schweizer Straße.

5.- Crucero por el Main


Vista de la ciudad desde el barco

Si el tiempo acompaña, un paseo en barco por el río Main ofrece unas bonitas vistas de la ciudad. Varios barcos realizan distintas rutas a lo largo del día, y algunos incluso ofrecen largos recorridos de un día entero que van hasta Mainkai.

Los paseos se pueden hacer en la cubierta al aire libre o en el interior y los barcos cuentan con un bar en donde ya os podéis imaginar qué bebida sirven.

6.- Caminar por la ribera del Main 


Río Main
Río Main y sus riveras desde uno de sus puentes

No hace falta montarse en un barco para disfrutar del río, ya que cuenta con varios kilómetros de paseos por sus riberas, parques, puentes e incluso un corredor de museos. Pasear por la ribera del Main junto a los patos y observar los distintos barcos, piraguas o regatas navegando es sin duda uno de los mejores planes gratis que ofrece la ciudad. Además, desde el Ignatz-Bubis-Brücke y del Flößerbrücke se tiene buena vista del Skyline de la ciudad.


7.- Probar la Currywurst más picante (supuestamente)


Currywurst
Currywurst

La Currywurst es la segunda comida rápida alemana más popular (después del Dönner Kebab). La receta original es de Berlín y es tan simple como sabrosa: una salchicha, generalmente de tipo Bratwurst, acompañada de una salsa picante, condimentos y patatas fritas.

A pesar de estar bastante lejos de Berlín, la cadena Best Worst In Town es bastante famosa por ofrecer unas muy buenas currywurst, que además se autoproclaman como las más picantes. Al pedir la salchicha debes elegir la salsa con la que quieras acompañarla de una escala de menos a más picante, siendo la A una salsa suave de 4000 unidades Scoville (similar a un jalapeño) y la F fuego puro con 1200000 unidades Scoville (bastante más que un chile habanero).


8.- Ver el Skyline del Mainhattan desde el mirador gratis del Zeilgalerie


Vistas desde el mirador
Vistas desde el mirador

Una de las galerías comerciales de la calle Zeil llamada Zeilgalerie cuenta con un mirador gratuito desde el que se puede admirar el Skyline del distrito de rascacielos de Frankfurt, también conocido como Mainhattan. Además, se puede apreciar la torre de la catedral y la misma calle Zeil.

Junto al mirador hay un bar con vistas panorámicas y terraza donde también se puede disfrutar de un café con vistas.


9.- Visitar al oso y al toro de la bolsa de Frankfurt


Toro
Anny + Toro

Oso
Ivy + Oso

La bolsa de Frankfurt es la principal bolsa de valores de Alemania, una de las referencias bursátiles de Europa y se encuentra en el top 10 mundial. El edificio de la bolsa está en pleno centro de Frankfurt y merece una visita para ver el edificio y fotografiar las dos estatuas que están en la plaza: El oso y el toro.

Estas estatuas simbolizan las tendencias de los mercados. Se dice que un valor o mercado es toro cuando está en alza debido a que el toro al embestir carga con la cornamenta hacia arriba, mientras que un valor o mercado a la baja se dice que es oso en analogía a los zarpazos del oso que suelen ser hacia abajo; en fin, una chorrada metafórica que dio origen a las dos famosas estatuas con las que todo el mundo se quiere retratar.

Como curiosidad, existe también una estatua de toro en la zona de Wall Street, en Nueva York, pero en este caso no está acompañado de un oso para no dar a entender que la bolsa americana pueda ir para abajo.


10.- Alte Oper


Alte Oper
Alte Oper

La antigua ópera de Frankfurt fue destruida por bombas en la segunda guerra mundial y fue reconstruida y reinaugurada en los años ochentas. Tras remodelación se mantuvo el estilo original del edificio y en especial la fachada, luciendo hoy en día sus mejores galas rodeada de rascacielos y jardines.


Bonus: Chineschischer Garten en Bethmann Park




El Bethmann Park alberga en su interior un jardín chino bastante pintoresco que merece la pena visitar, con sus edificios de estilo tradicional chino, árboles de bambú y pequeños estanques. Si aún se cuenta con tiempo y se quiere ver algo diferente, este parque es definitivamente un sitio especial.

Tschüss!

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10 sugerencias para un fin de semana en Frankfurt

sábado, 22 de noviembre de 2014

Tokio es una metrópolis de tamaño considerable: 2187,66 km cuadrados de núcleo urbano y unos 13572 de área metropolitana; que comparado con los 605,77 de Madrid, los 203 de Buenos Aires o los 1572 de Londres, nos da una idea de las dimensiones de la ciudad. Es por esto que la mejor manera de optimizar tiempo y costes de transporte es dividir las visitas que se quieran hacer por zonas y atacar una zona por día.

Tras unas 9 horas de sueño reparador, nos levantamos completamente descansados y sin señales de Jet-Lag, así que rápidamente nos pusimos en marcha para realizar el primer itinerario por Tokio que nos llevaría a los barrios de Akihabara, Ueno y Asakusa. Puesto que aún no nos interesaba activar nuestro JR Pass (ya le meteríamos caña más adelante en nuestros viajes hacia otras ciudades), nos tocaba pagar el transporte en la ciudad, y para ahorrarnos el dolor de cabeza de tener que comprar billetes sueltos con el importe exacto del viaje cada vez que fuésemos a realizar un trayecto, optamos por comprar una tarjeta SUICA, que es una especie de monedero electrónico que cargas con un saldo y la tienes que pasar al entrar y salir de cada estación para que te descuente el importe del viaje.

Akihabara
Akihabara

De esta manera nos montamos en el tren de la Yamanote Line (la línea circular de JR) para ir de Shibuya a Akihabara, el barrio electrónico de Tokio y el centro del frikismo, pues (supuestamente) es el barrio de los otakus. Saliendo de la estación de Akihabara tomamos la salida "Akihabara Electronic Town", y cuando dicen electrónico se referieren no sólo a videocosolas, tarjetas SD y discos USB, sino también a cables, transistores, diodos y osciloscopios a la venta en mercadillos de los alrededores de la estación. Tras dar un paseo por callejuelas llenas de chips y tableros nos acabamos topando con edificios enteros de arcades y recreativas con cualquier cantidad de videojuegos, luces, música, máquinas de premios y un público un tanto pintoresco.

Edificio de Arcade Sega
Edificio de Arcade Sega

Además de recreativas, Akihabara tiene un montón de tiendas de manga, muchas ubicadas en plantas superiores de edificios normales (algo muy común en Japón), así que no se pueden distinguir a pie de calle. Una tienda que teníamos apuntada como visita obligatoria era un tienda dedicada a los videojuegos llamada Super potato, que cuenta con una planta entera dedicada al paleo mundo de las consolas, donde venden Game Boys clásicas en perfecto estado, la famicom de Nintendo o la clásica Master System de Sega, además de una importante colección de cartuchos para esas consolas; en esta sección me encontré y puede probar por primera vez la Virtual Boy de Nintendo, de la que recuerdo haber leído reseñas en la Club Nintendo hace muchísimos años y que nunca había visto en cuerpo presente, y ya entiendo el por qué de su fracaso: vaya mareo.

Virtual Boy
La Virtual Boy de Nintendo @ Super Potato

Después de llevar un rato de muchas consolas y de toparnos con la grabación de alguna serie o película policial con una muchacha vestida de colegiala pegando saltos mortales, nos encontramos con unas muchachas vestidas de sirvientas repartiendo publicidad de algunos "Maid café". Los Maid Cafés son cafeterías temáticas donde las camareras suelen ir vestidas de sirvientas y hacen espectáculos musicales que ríete tú de los Aqua, también existen los butlers café con camareros vestidos de mayordomo y otros cafés cosplay donde los que te atienden van vestidos de cualquier temática friki. Tras dar unas vueltas y un tanto indecisos por lo que nos pudiésemos encontrar, decidimos finalmente entrar a uno que se veía muy light. Para entrar al café hay que pagar entrada y no están permitidas las fotos dentro salvo que pagues un extra. Yo pensaba que iba a ser una experiencia más extraña de lo que acabó siendo, al fin y al cabo es un café temático como cualquier otro, quizás por la hora tuvimos la suerte de no coincidir con viejos verdes que puedan enrarecer el ambiente, es más, ni siquiera había más hombres que mujeres dentro. El café que tomamos estaba bastante bueno, aunque entra la entrada y la consumición acabó saliendo algo caro.


Maids
Maids atrayendo clientes

Café
Café con un dibujo de un perro consumido ya por la espuma XD

Tras el café, y con las pilas recargadas decidimos caminar desde Akihabara hasta Ueno. A mitad de camino empezamos a fijarnos en los restaurantes por los que íbamos pasando procurando decidir donde comer y acabamos entrando en un sitio que servían arroz (¡cómo no!) con verduras, carne y salsa. Encontrar un sitio para comer resulta una aventura al no hablar el idioma y sobretodo al no poder leer, sin embargo en Japón la mayoría de los restaurantes exponen fotos de sus platos o incluso tienen una vitrina con modelos o maquetas de lo que se ofrece en el menú, lo que ayuda al turista. Aún así muchas veces la experiencia de comer consistía en señalar, esperar y rezar. En esta ocasión acertamos, a pesar de que eché el huevo crudo en la sopa de miso en lugar de encima del arroz como hacía la gente normal.

Menú
Menú

La Comida
La comida (con los palillos clavados en el plato como NO se debe hacer)


Al llegar a Ueno nos dirigimos al parque homónimo para dar un paseo. Dentro del parque hay un par de santuarios shinto y una pagoda de cinco pisos, además de un Zoo, un lago, un campo de béisbol y un museo, entre otras curiosidades.

Lago del parque Ueno
Lago del parque cubierto por la vegetación

Fuente en el santuario
Fuente para purificarse antes de entrar al santuario

Pagoda
Pagoda
Una vez recorrido el parque, nos acercamos al mercado de Ameyoko, que se encuentra en las inmediaciones de la estación, donde hay puestecillos de comida, alguno de ropa, otros de productos frescos y algún que otro restaurante. En una de las callejuelas conseguimos un puestecito que vendía el típico dulce japonés con forma de pescado y relleno de pasta dulce (generalmente de judía roja) llamado Taiyaki, así que decidimos probarlo y la verdad es que nos gustó.


Taiyakis
Taiyakis

Desde aquí decidimos ir caminando hasta Asakusa, y cuando llegamos nos dimos cuenta de que los mapas engañan y las distancias son siempre más de lo que parecen en esta ciudad. La visita al barrio de Asakusa tenía un objetivo claro: visitar el Sensō-ji, el templo más antiguo de Tokio y uno de los más importantes. Se trata de un templo budista que consta de un edificio principal, varios templos y santuarios secundarios, una pagoda y un mercadillo. Nuestra visita fue al atardecer y recomendamos a quien quiera ir que lo haga a esta hora para poder disfrutar de las vistas del templo iluminado.

Senso-ji
Selfie de rigor frente a una de las puertas

Senso-Ji
Edificio principal

Pagoda Senso-ji
Vista de la pagoda

Lámpara Senso-ji
Detalle de la lámpara en el edificio principal

Para terminar el día, nos acercamos hasta la Tokyo Sky Tree: la segunda estructura más alta del mundo (tras el Burj Khalifa en Dubai) y la torre más alta del mundo a día de hoy. Ciertamente, al tratarse de una torre impresiona menos que otros edificios altos, de hecho, al ser una torre completamente recta y en forma de tubo no da la sensación de que sea tan grande (la torre Eiffel se aprovecha del efecto que produce el que se vaya ensanchando hacia la base, por ejemplo), sin embargo, al estar debajo e intentar sacar una foto donde se vea la torre entera, uno se da cuenta de que la altura no es nada desdeñable.

Tokyo Sky Tree
Tokyo Sky Tree
Desde aquí, y ya con varias horas y kilómetros encima, regresamos a casa en metro tomando la Tobu Skytree line hasta Asakusa y conectando ahí con la Ginza line hasta Shibuya.

Sayonara!

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Diario de Japón (II). Tokio: Akihabara, Ueno y Asakusa

domingo, 16 de noviembre de 2014



Ya de vuelta en España, y tras aclimatarnos de nuevo al horario y a la rutina, es momento de dedicar tiempo a ir compartiendo nuestra bitácora de viaje por Japón, lo haremos en varias partes para no acabar con una entrada demasiado extensa y así podéis haceros una idea de cómo organizamos y administramos los días en Japón.

Después de nuestro recorrido por Dubai estábamos exhaustos, así que nos subimos al avión de madrugada y no nos costó nada dormir un poco, de hecho, tuvimos que controlarnos las horas de sueño en el vuelo, ya que si dormíamos las 9 horas que dura el viaje nos encontraríamos recién despiertos a las 05:20 PM de Japón dando lugar a un Jet Lag de campeonato (Tened en cuenta siempre cómo minimizar el Jet Lag en los viajes largos para que no os arruine los primeros días). En resumen, dormimos unas 4 horas en el avión para llegar a Japón lo suficientemente cansados como para poder caer redondos por la noche. 



El vuelo aterrizó con media hora de retraso en el aeropuerto de Narita, a las afueras de Tokio. El paso por el aeropuerto fue bastante ágil y eficiente, una cosa que nos llamó mucho la atención fue cómo salían las maletas perfectamente alineadas y ordenadas en la cinta de recoger el equipaje (¡Bienvenidos a Japón!). Debíamos llevar mala cara con todo el cansancio, porque el agente de aduana nos pidió educadamente que abriésemos las maletas para inspección, pero no encontró más que ropa.

El aeropuerto de Narita tiene un mostrador de Japan Rail donde se puede canjear el cupón del JR Pass (Más info sobre el JR Pass aquí) por el librillo con el pase, y donde puedes indicar a partir de qué día quieres empezar a utilizarlo en los trenes (o puedes activarlo el mismo día si lo prefieres), en este mismo mostrador venden billetes para el Narita Express, que conecta con las principales estaciones de la línea Yamanote en Tokio y tiene un descuento del 50% para los extranjeros en el trayecto Aeropuerto - Tokio (lamentablemente la vuelta al aeropuerto no tiene ningún descuento) y sale por 1500 yenes. Por tratarse de un tren de JR, se puede acceder con el JR Pass si se ha activado ya, previa asignación de asiento en el mostrador.


Estación de tren del Aeropuerto

Dentro del Narita Express

Tras 1 hora de trayecto en tren llegamos a nuestro destino: la estación de Shibuya. Llevábamos tres mapas de la estación e indicaciones muy específicas para pillar la salida oeste e incluso aprendimos a reconocer los caracteres en japonés que la indicaban: 西口 (para nosotros: 'Pi' montado sobre una TV y un cuadrado con patas), y aún así no sabemos muy bien por dónde salimos, aunque tras andar unos metros nos topamos con Hachiko y el famoso cruce de Shibuya (ya hablaremos de esto con más detalle en otra entrada), así que ya estábamos ubicados y procedimos a caminar en dirección al apartamento donde nos alojaríamos en Tokio, que pillamos con airbnb.

Selfie con Hachiko dándonos la bienvenida

Llegamos al apartamento sin perdernos demasiado, dejamos el equipaje y nos preparamos para dar una vuelta por el barrio de Shibuya en búsqueda de un sitio para cenar (una aventura que después repetiríamos todos los días del viaje). Tras varias vueltas viendo fotos, maquetas de platos y sin entender los menús, finalmente nos decidimos por un kaiten sushi bastante bueno de los que te mandan la comida que vas pidiendo en una bandeja que va y viene sobre una cinta magnética, y donde puedes tomar todo el té verde en polvo que quieras con tu comida, que a mí siempre me supo a tierra. Nada más entrar nos recibieron casi al unísono todos los empleados con un Irasshaimase!, que en ese momento no teníamos ni idea de que iba a ser una de las palabras que más veces escucharíamos al día (con permiso del arigato gozaimasu!).

Kaiten Sushi

Tras la cena nos dimos un paseo por el center gai de Shibuya con todas las luces, la gente disfrazada de halloween, los karaokes, los restaurantes y los locales de dudosa reputación con fotos de muchachas sonrientes.

Karaoke

Locales de dudosa reputación

De vuelta al piso pillamos un café y unos dulces (confiábamos en que lo fueran) en el 7eleven de la esquina para tomar la mañana siguiente, aunque podríamos haberlo comprado en el 7eleven de la calle de abajo, o en el de la otra esquina o en el Family Mart del otro lado de la calle o en el que estaba al lado del otro 7eleven... Ya entendéis lo que queremos dar a entender: Konbinis a patadas para comprar desde un corn dog a un onigiri, pasando por desodorante, leche o una revista manga con un dibujo de una chica con un pecho anatómicamente imposible. Llegamos al piso y dormimos como troncos en nuestro futón hasta el día siguiente, pero eso será contenido de otro post.

Bollería (¿?) para el desayuno


¡Arigato Gozaimasu!


Al planificar el viaje compramos el Japan Rail Pass, que es un pase que permite viajar en todas las líneas de la compañía JR (excepto el Nozomi y el Mizuho Shinkansen) durante un número fijo de días a elegir. Este pase sólo puede ser adquirido fuera de Japón, con antelación y para ser usado por extranjeros. Nosotros compramos el JR Pass de 7 días y nos salió por cerca de 200€ por persona; teniendo en cuenta que sólo el viaje ida y vuelta de Tokio a Kioto cuesta alrededor de 150€, merece la pena. Existen muchos agentes autorizados y páginas web que venden el JR Pass, nosotros lo compramos aquí, que aunque existe una versión española de la página, por algún motivo sale un poco más barato en la italiana. Tras el pago te envían el cupón que has de canjear en Japón en un par de días por FedEx.

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Diario de Japón (I): Llegada al país del sol naciente

jueves, 13 de noviembre de 2014



Hace unos 40 años Dubai difícilmente podía catalogarse como una ciudad, se trataba más bien de un humilde pueblo pesquero que recién había descubierto petróleo en sus costas al igual que su vecino Abu Dhabi. Desde que comenzaron a explotar el oro negro y el jeque a cargo firmó el tratado de la unión con sus homólogos de alrededor para formar los Emiratos Árabes Unidos nada ha vuelto a ser lo mismo en esta región del golfo pérsico.

Dubai emerge como destino turístico hace pocos años, impulsado principalmente por los negocios, el lujo, las megaconstrucciones y el posicionamiento estratégico de su aeropuerto como hub de conexión con su aerolínea Emirates. Así pues, nos resultó muy tentandor hacer un stop-over de camino a Japón, para visitar el Burj Khalifa (la construcción más alta hecha por el hombre hoy en día) y pasear por la ciudad.

Tras dormir 3 o 4 horas a lo sumo en el vuelo desde Madrid, aterrizamos en Dubai alrededor de las 7:15 de la mañana y nada más desembarcar del avión pudimos ver al Burj Khalifa dominando el Skyline dubaití, haciendo a la vez de cima artificial de la ciudad y del mundo. El paso por inmigración fue ágil, nos recibió un funcionario vestido con el atuendo típico de los emiratos y al ver nuestro pasaporte nos comentó que le gustaba España y que había estado una vez en Marbella (nada que nos haya tomado por sorpresa).

La terminal 3 del aeropuerto de Dubai tiene una estación de metro, donde compramos un pase diario para metro y autobús por 16 Dh (unos 3 €), os advertimos que a pesar de lo que os diga la persona de la taquilla, deben daros una tarjeta por cada pase que compréis (parece evidente, pero la mujer que nos atendió parecía no saberlo).

World Trade Center
World Trade Center de Dubai (asoma también la punta del Burj Khalifa)

Para comenzar nuestro itinerario nos dirigimos al World Trade Center y al salir de la estación de metro ya recibimos una bofetada de calor de mucho cuidado a pesar de que sólo eran las 8:30 AM. Después de ver unos cuantos rascacielos por la zona y de darnos cuenta de que los descampados ahí no eran más que bancos de arena, nos dirigimos a la mezquita de Jumeirah en Taxi, porque Dubai no es solo rascacielos y centros comerciales, y porque las mezquitas son siempre parte importante de las ciudades de creencia musulmana, y esta ciudad no es la excepción.


Mezquita Jumeirah
Mezquita Jumeirah

La mezquita de Jumeirah ofrece una visita guiada todos los días a las 10 AM (excepto los viernes) por 10 Dh por persona, hay que estar en la recepción 15 minutos antes (tranquilos, tienen aire acondicionado y podéis tomar un café o helado hecho con leche de camello mientras esperas) y con la entrada se puede acceder a la mezquita y recibir una explicación en inglés sobre el funcionamiento de la mezquita y algunos detalles sobre el islam, con una sesión de preguntas y respuestas al final para aclarar dudas e inquietudes sobre la religión. Nos pareció muy interesante y muy recomendable para quitarse prejuicios relacionados con este tema.

Cama de paja
Cama tradicional de paja expuesta en el museo de Dubai

Tras visitar la mezquita pillamos otro taxi hasta el museo de Dubai que nos costó alrededor de los 20dh. En este museo muestran mediante maquetas, reproducciones y dioramas la historia y evolución de la ciudad desde el pequeño asentamiento pesquero que era hasta no hace tanto a la urbe financiera y turística que es hoy. La exposición no es para echar cohetes pero la entrada cuesta sólo 3 Dh y se aprende bastante sobre la transformación de la ciudad.

Dejando atrás el Dubai tradicional con el museo, nos adentramos en el Dubai más moderno visitando el Mall of the Emirates, que tiene una pista de esquí dentro, y desde allí nos acercamos a la marina de Dubai, donde se pueden ver los 4 edificios residenciales más altos del mundo (y otros 2 que forman parte del top 10).

Dubai Marina
Dubai Marina

Entre foto y foto, y según la tarde se iba agotando, nos dirigimos a la zona de Umm Suqeim para disfrutar un poco de la playa y de las vistas del ocaso al lado del Burj Al Arab, el hotel con forma de vela que presume ser el único hotel de 7 estrellas del mundo (aunque sean simbólicas). Las vistas del atardecer que se tiene desde este punto son espectaculares y sin duda es una de las mejores estampas de Dubai.

Burj Al Arab
Burj Al Arab (y esa luna musulmana a juego)

Para culminar el día, y como no podía ser de otra manera, nos dirigimos al Burj Khalifa, pues habíamos comprado las entradas para subir al mirador de la planta 124 con un mes de antelación. Tened en cuenta que el precio en taquilla es casi el doble que si las pillas online con tiempo, además el aforo por horas es limitado y muchas veces están agotadas las entradas en taquilla, así que si queréis subir os recomendamos que echéis un ojo a la página del observatorio. La entrada nos costó 125 Dh para subir a las 8:30 de la noche y desde arriba se pueden ver un montón de rascacielos iluminados, las amplias avenidas, la sombra del mar a un lado y la nada del desierto al otro, muy curioso.

Entrada al observatorio
Entrada al observatorio del Burj Khalifa

Desde abajo el edificio impone respeto, aunque como mirador, creo que nos seguimos quedando con el del Empire State (será por las vistas de NY). Al bajar del observatorio nos dimos un paseo por el Dubai Mall, el centro comercial donde puedes encontrar todas las marcas de lujo que uno se pueda imaginar e incluso un acuario y una fuente/cascada, además de varios restaurantes (¡y una cheesecake factory! ñam ñam). 

Acuario del Dubai Mall
Acuario del Dubai Mall
Cascada en el Dubai Mall
Cascada en el Dubai Mall

Para cerrar con broche de oro, salimos a ver el espectáculo de luz, agua y sonido en la Dubai Fountain al más puro estilo del Bellagio en Las Vegas, pero con el Burj Khalifa presidiendo: todo un lujo (y además gratis).

Dubai Fountain
Dubai Fountain

No nos dio tiempo de visitar Palm Jumeirah (la isla artificial con forma de palmera) porque bastante chicha le sacamos al día, sin embargo pudimos verla desde el avión a la vuelta.

Palm Jumeirah
Palm Jumeirah
Sin duda alguna Dubai es un destino interesante, quizás a alguno pueda parecer superficial o vacío, pero teniendo en cuenta el valor arquitectónico y la vanguardia urbanística es una visita muy recomendable aunque sea sólo para aprovechar una escala.

Nos despedimos con este selfie a los pies del edifico más alto del mundo.



¡Bon Voyage!

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Aprovechando un día en Dubai