martes, 29 de diciembre de 2015


Tras un tiempo sin reportarnos, finalmente estamos de vuelta. Afortunadamente el motivo de nuestra ausencia, han sido unas espléndidas vacaciones. Siguiendo nuestra tendencia de ir en contra de la mayoría de la gente, decidimos planificar nuestras vacaciones de verano en Noviembre (con un par), así que con antelación empezamos a tantear distintas opciones y al final conseguimos una oferta razonable para un destino que si bien no resulta exótico, queda en la otra punta del mundo: la costa oeste de los EEUU.

Ruta de nuestro vuelo desde Londres

Nuestro viaje comenzó con una breve escala de un par de horas en Londres, para después embarcarnos en un vuelo de 11 horas a bordo de un Boeing 787 Dreamliner de Norwegian Airlines con destino Los Ángeles. La verdad es que para ser un vuelo tan largo no nos resultó demasiado incómodo: los asientos eran aceptables, la oferta de entretenimiento a través del sistema de multimedia era decente y el personal era amable, pero no hay que olvidar que 11 horas encerrado en un avión son 11 horas encerrado en un avión y tarde o temprano empiezan a pesar en el cuerpo. 

La llegada al aeropuerto de Los Ángeles fue bastante rápida y el paso por inmigración bastante más ágil que la última vez que estuvimos en EEUU. Una vez recogido el equipaje, nos dirigimos a pillar el bus-lanzadera que nos acercaría a la oficina de alquiler de coches, pues todas las compañías tienen sus centros fuera del aeropuerto, pero ponen a disposición autobuses gratuitos desde las terminales (suelen estar a unos 5-10 minutos).

Nuestro hotel en LA

Así pues, montados en un Nissan Altima (el coche negro que se ve en la foto anterior) nos dirigimos hacia nuestro hotel en LA, que para ser del todo exactos se encontraba en Culver City (a caballo entre LA y Santa Mónica) y es que al hablar de Los Ángeles, los de fuera nos referirmos a la aglomeración de ciudades, urbanizaciones y núcleos urbanos dispuestos en las inmediaciones del término municipal de Los Ángeles; en otras palabras: una urbe bastante dispersa compuesta por varias ciudades. 

Comienza la aventura: Conducir en Los Ángeles


Estampa típica de una Freeway de LA

Nos guste o no, la opción más práctica para moverse por LA es alquilar un coche, pues el sistema de transporte público no es óptimo ni permite hacer conexiones fáciles en un tiempo razonable. La mayoría de los angelinos, conscientes de esta situación, se mueven a diario en vehículo particular aunque el trayecto a recorrer sea corto, dando lugar así al ya conocido y temido tráfico de LA. 

En nuestro caso, tuvimos la "suerte" de bautizarnos en el tráfico de LA un domingo por la tarde, así que no nos encontramos con ningún atasco y en su lugar nos topamos con un tráfico pesado a alta velocidad.

El callejero de LA consta de largas calles, avenidas y bulevares a ras de suelo, y de autopistas generalmente elevadas conocidas como freeways. La verdad es que tras varios días moviéndonos por la ciudad no pudimos encontrar una regla fija sobre qué alternativa es más conveniente en las horas de más tráfico. 

Tanto en las calles como en las freeways es normal que te adelanten por la derecha, y descubrimos que la norma para cambiar de carril consiste en poner la intermitente y medio segundo después empezar a cambiar de carril sin esperar que el vehículo de al lado reduzca su velocidad o trayectoria hasta que no tengas mitad de tu vehículo invadiendo su carril. El modo de conducción parece caótico, pero la gente es menos colérica al volante (por resignación, suponemos) y después de un par de días uno se acostumbra a algunas normas de tráfico un tanto relajadas (cambios de sentido, giros a la derecha con el semáforo en rojo) y aprende a sacar provecho de ellas.

Al llegar a nuestro hotel decidimos descansar como es debido para intentar ganarle la batalla al jet-lag y aprovechar así el día siguiente, pero eso os lo contaremos en otra entrada.

Have a good trip!


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Crónica de la Costa Oeste (I): Llegada e inmersión en el tráfico