Además de los templos que se pueden visitar dentro de la ciudad, a poca distancia de
Kioto hay muchas localidades que sin duda alguna merecen una visita, como por ejemplo,
Inari.
Inari se encuentra en las afueras de
Kioto y es fácilmente accesible en tren. El principal atractivo de esta localidad es el templo
Fushimi Inari, construido en la base de una montaña, desde donde suben varios caminos por la colina decorados con una sucesión de puertas
torii que parecen formar un túnel que conduce a los distintos altares repartidos a lo largo de la montaña. Este templo es muy popular y turístico (quizás las imágenes os resulten familiares de la película
Memorias de una Geisha) y por ende muy concurrido, así que es recomendable ir temprano para no encontrarse con demasiada aglomeración de gente.
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Camino de toriis |
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Toriis |
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Uno de los altares que se encuentran en el camino |
Tras haber subido buena parte de la colina y sacado miles de fotos, continuamos hacia nuestro próximo destino en tren: la ciudad de Nara.
Nara fue la capital de Japón entre los años 710 y 784 y su centro histórico alberga un conjunto de templos que han sido declarados patrimonio de la humanidad por la
UNESCO. Tras llegar a la estación, hay que caminar unos 10 minutos por la avenida principal hasta llegar al parque donde se encuentran estos templos. Una vez dentro del parque nos empezamos a topar con los principales habitantes del recinto: los ciervos. Según una antigua leyenda, un dios mitológico dejó a los
ciervos en Nara para protegerla, y es por esto que son considerados animales sagrados y pasean libremente por la ciudad. Por 150 yenes podemos comprar galletas a los vendedores ambulantes para alimentar a los ciervos (a falta de galletas, podemos dar fe de que a ellos igual les vale un mapa), y si nos acercamos a ellos y les hacemos una reverencia, nos responderán con una reverencia también.
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Galletas para ciervos |
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Un ciervo comiéndose nuestro mapa (tras sustraerlo de mi bolsillo) |
La siguiente parada en nuestro recorrido por el parque es el
Kōfuku-ji, un templo budista que es sede nacional de la escuela
Hossō. Lo que más llama la atención de este templo es la pagoda de 5 pisos que se encuentra al lado del edificio principal (el salón dorado del este); como anécdota curiosa, mientras estábamos fotografiando la pagoda, un turista japonés nos pidió que posásemos junto a la pagoda para su foto (!?).
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Pagoda de 5 pisos del Kōfuku-ji |
En nuestra opinión, el templo más reseñable de Nara, es el
Tōdai-ji, cuyo edificio principal además de ser tesoro nacional, es el edificio de madera más grande del mundo. Este templo budista sirve de sede de la escuela
Kegon, y en el interior de su edificio principal se encuentra el
Daibutsu o gran buda: una estatua de casi 15 metros de altura que muestra al Buda en postura
semui-in segan-in.
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Edificio del Gran Buda (daibutsuden) |
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Vista de la entrada desde el daibutsuden |
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Estatua del Gran Buda |
Tras la visita a los templos, un pequeño paseo por el parque de Nara hasta el estanque decidimos volver a la estación, comer un plato de
ramen caliente y rematar la tarde en
Osaka, para repartir así las visitas en esta ciudad entre este día y otro más en el que pernoctaremos allí.
El viaje de Nara a Osaka en tren no es demasiado largo, pero fue suficiente para recargar un poco las baterías. Al llegar a Osaka pillamos la línea circular de JR que recorre la ciudad para dirigirnos hacia el castillo de Osaka. En las inmediaciones del castillo nos topamos con una especie de celebración religiosa, en el que distintas agrupaciones (estilo cofradías) tocaban tambores y música sobre una carroza decorada con dragones mientras otros miembros de la agrupación bailaban de una manera un tanto particular.
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¿Celebración religiosa? |
El castillo iluminado tiene su encanto, así que las vistas del castillo y de la ciudad al atardecer desde él son bastante recomendables.
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Puente de entrada al castillo |
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Selfie en el castillo de Osaka |
Para culminar el (larguísimo) día, decidimos ir hacia el
Umeda Sky Building para contemplar las vistas panorámicas de la ciudad desde el mirador. La entrada al observatorio cuesta 700 yenes, pero las vistas de la ciudad son espectaculares además de ser un mirador peculiar (por no decir extravagante) con luces halógenas de noche y suelo fluorescente.
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El Umeda Sky Building visto desde abajo |
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Vistas desde el observatorio (con mucho viento) |
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Vistas desde el observatorio (con mucho viento) |
Y después de haber visto Osaka desde las alturas ya era hora de regresar a Kioto a descansar para la excursión que teníamos planificada para el día siguiente (¡esto es un no parar!).
Sayonara!
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Indiscutible inolvidable y bello paseo!
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