La última noche en Kioto dormimos como troncos después de la paliza que nos dimos el día anterior en Hiroshima. Aún así, nos levantamos temprano para aprovechar la mañana y darnos un último paseo por la ciudad y hacer de paso un par de visitas que teníamos en la lista.
Entrada al palacio imperial de Kioto |
Nuestra primera parada fueron los jardines imperiales de Kioto, donde se encuentra el palacio real. Como íbamos un poco cortos de tiempo, cometimos el error de sólo dedicarmos a pasear por los jardines en lugar de entrar al palacio (la visita se supone que dura por lo menos una hora), y la verdad es que los jardines son bastante normalitos, así que nos apuntamos entrar al palacio para otra visita que hagamos.
Imagen "robada" dentro del Sanjusagendo |
Desde el palacio imperial pillamos un autobús hacia un templo que nos había quedado pendiente y que no nos queríamos perder: el Sanjusagendo es uno de los tesoros nacionales de Japón y en su interior atesora mil estatuas de Kannon armado de madera de ciprés cubiertas de pan de oro a los lados de una figura más grande de Kannon que se encuentra en el centro del pabellón. La visita es interesante, pero por tratarse de un tesoro nacional no está permitido sacar fotos dentro. Además de las estatuas hay una exposición que explica los antiguos torneos de tiro al arco que tenían lugar dentro del templo.
Detalle de las marquesinas en las paradas de bus de Kioto |
Después de nuestra visita al Sanjusagendo, recogimos las maletas de nuestro querido hotel cápsula y pillamos un bus a la estación para irnos de la apacible y bonita ciudad de Kioto, no sin antes hacer una parada técnica en un kaiten sushi para meternos una buena dosis de arroz y pescado y recargar así energías para la tarde en la ciudad más excéntrica de la región de Kansai (y tal vez de todo Japón): Osaka.
La ciudad de Osaka no llega a las dimensiones de Tokio, pero es bastante extensa; de hecho, se podría decir que tiene dos centros: el del área norte y el del área sur. En nuestra fugaz visita vespertina unos días atrás, habíamos visitado el castillo de Osaka y nos habíamos movido por la zona de Umeda (distrito norte), donde volvemos a recomendar subir al mirador Umeda Sky Building para disfrutar de unas muy buenas vistas de la ciudad.
Nosotros en el Ryokan |
Para esta visita decidimos hacer noche en la ciudad en la zona que no conocíamos aún (el sur), y aprovechar para hacerlo en un ryokan, es decir, en una especie de guesthouse tradicional japonesa, y cuando decimos tradicional nos referimos a paredes de papel, mesas de té a ras de suelo, yukatas, tatami y futón para dormir. La experiencia de dormir en un ryokan es altamente recomendable y a pesar de que no suele ser muy económico merece la pena los yenes extra.
Jugando al Taiko no Tatsujin (aka el del tambor) |
Después de dejar las cosas en el ryokan, nos dispusimos a dar una vuelta por los alrededores, y acabamos por la zona de Den Den Town en Nipponbashi, que podría ser el equivalente a Akihabara en Tokio; una zona dedicada a la electrónica, el manga y los recreativos.
Tsūtenkaku |
Al final de la calle principal de Den Den Town se puede observar la Tsūtenkaku, o la torre de Hitachi. Esta torre fue todo un símbolo de modernidad en el momento de su construcción y fue derruida durante la segunda guerra mundial, posteriormente fue reconstruida con un diseño distinto al original.
Calle Dotonbori |
Nuestra siguiente parada fue la calle Dotonbori, quizás la calle más conocida y excéntrica de Osaka. Famosa por sus numerosos restaurantes con enormes carteles luminosos, con estatuas móviles o representaciones de sus especialidades, es el lugar perfecto para picar algo mientras se observa la fauna urbana de la ciudad, y es que los osakeños parecen ser más extrovertidos y abiertos que los tokiotas o kiotenses.
Takoyakis |
Los platos-especialidad de esta zona son muchos, pero los más famosos son: el pez globo o fugu (sí, el de los Simpson) que suele ser bastante caro ya que el corte del pescado para evitar las zonas venenosas debe ser realizado por expertos y los Takoyakis, que son una especie de croquetas redondas de pulpo sazonadas con bonito seco, nori triturado y distintas salsas; muy buenos.
Cartel del Glico man |
Una visita a Dotonbori no estaría completa si no se visita el famoso cartel del Glico-man; un cartel que representa la imagen de un atleta corriendo que aún hoy se puede ver en la caja de caramelos Glico. Originalmente este cartel era de neón y suponemos que en 1935 fue tal novedad que causó un impacto en la ciudad que hasta el día de hoy dura, juzgad vosotros.
Algo de gente por las galerías comerciales |
Culminamos nuestro paseo por Dotombori dando una vuelta por las galerías comerciales y entrando a los almacenes Don Quijote, que son una auténtica locura de gente y variedad de productos. Finalmente regresamos a nuestro riokan y comprobamos que nuestra sala se había convertido en una habitación con dos futones donde dormimos como bebés antes de nuestra vuelta a Tokio.
Sayonara!
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Que envidia el viaje a Japon! que ganas me dais de irme a Asiaaaa
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